lunes, 31 de octubre de 2011

Un poema para cerrar octubre


Dado que octubre ha sido el mes de una nueva lectura pública de La Escombrera, y que los ciclos alterados de la naturaleza tienden a repetirse, formulándonos preguntas que incomodan… recupero para este blog el primer poema de los que he incluido en mi segundo libro colectivo.

Este octubre que se acaba hoy, también ha sido sorprendentemente cálido para los meteorólogos… y a ratos, desconcertante y frío como la noticia de la muerte inesperada.

Espero que os guste el poema titulado, “Efecto invernadero”, el primero de los doce que he incluido en La Escombrera (Legados Ediciones).


Efecto invernadero


Hemisferio norte. Final de octubre.
El mercurio se detiene a veinte grados
y el olor a buñuelos de viento.

Entre paños de lana y alpaca,
los maniquíes sudan, se desmayan
con miradas repletas de preguntas.

Los científicos explican
movimientos ascendentes
de moléculas en los gases.

Los sentidos constatan
las ruinas de este tiempo.

domingo, 16 de octubre de 2011

Nueva lectura de La Escombrera


En un círculo que pasa por el recuerdo, La Escombrera se leerá en el mismo escenario donde se presentó La República de la Imaginación.

La cita es el 20 de octubre de 2011, a las 19.00 horas, en la sede del Ateneo Cultural 1º de Mayo. (Calle Lope de Vega de Madrid).

sábado, 8 de octubre de 2011

Despedida a Félix Romeo

Antes que nada, La República de la Imaginación fue un taller programado en La Casa Encendida. Aquella suma de vivencias y complicidades fraguaron en amistad y, posteriormente, en un libro. No fue mi primer taller literario ni el último. Pero resultó inspirador, igual que el que realicé años después con Félix Romeo, en el verano del 2010.

Aún impactada y triste por la noticia de la muerte de Félix Romeo (ayer, en Madrid, de un paro cardíaco imprevisible a sus 43 años), quiero traer su nombre y su recuerdo a este espacio, porque el suyo fue también un taller que me dejó huella, profunda como el dolor que estoy sintiendo.

Quienes compartimos aquellas sesiones fuimos testigos de la intensidad con la que Félix abordaba la literatura y la existencia. Su entusiasmo lo inundaba todo. No por casualidad, su taller se tituló “Escribir con la vida”. Para Félix, escribir y vivir formaban parte de lo mismo, era algo físico; y nos hizo partícipes de esa comunión a lo largo de horas de risas, palabras e incluso lágrimas compartidas.

También nos dijo que no había que avergonzarse de un libro pequeño, publicado en una editorial minúscula, porque de los libros publicados se aprendía mucho. Eso me animó a regalarle un ejemplar de La República de la Imaginación, con mi agradecimiento por todo lo que nos había entregado en los cinco días de trabajo.

Gracias a aquellos días de taller, se prendieron pequeños fuegos que alentaron nuevos proyectos literarios. Aquel empuje, sin duda, sirvió para que La Escombrera echara a andar… para convencer a otros de que la escritura es un camino largo, que se hace a golpe de vida, aprendiendo gracias a otros.

Lástima que no nos dimos cuenta de que el corazón, ese tan grande que debía esconderse en su pecho, era una máquina frágil; y que la despedida podía llegar tan vacía de palabras y de sentido.

Un abrazo enorme, maestro, y mi gratitud eterna por tus enseñanzas y por tus consejos, que no olvidaré nunca.