sábado, 8 de octubre de 2011

Despedida a Félix Romeo

Antes que nada, La República de la Imaginación fue un taller programado en La Casa Encendida. Aquella suma de vivencias y complicidades fraguaron en amistad y, posteriormente, en un libro. No fue mi primer taller literario ni el último. Pero resultó inspirador, igual que el que realicé años después con Félix Romeo, en el verano del 2010.

Aún impactada y triste por la noticia de la muerte de Félix Romeo (ayer, en Madrid, de un paro cardíaco imprevisible a sus 43 años), quiero traer su nombre y su recuerdo a este espacio, porque el suyo fue también un taller que me dejó huella, profunda como el dolor que estoy sintiendo.

Quienes compartimos aquellas sesiones fuimos testigos de la intensidad con la que Félix abordaba la literatura y la existencia. Su entusiasmo lo inundaba todo. No por casualidad, su taller se tituló “Escribir con la vida”. Para Félix, escribir y vivir formaban parte de lo mismo, era algo físico; y nos hizo partícipes de esa comunión a lo largo de horas de risas, palabras e incluso lágrimas compartidas.

También nos dijo que no había que avergonzarse de un libro pequeño, publicado en una editorial minúscula, porque de los libros publicados se aprendía mucho. Eso me animó a regalarle un ejemplar de La República de la Imaginación, con mi agradecimiento por todo lo que nos había entregado en los cinco días de trabajo.

Gracias a aquellos días de taller, se prendieron pequeños fuegos que alentaron nuevos proyectos literarios. Aquel empuje, sin duda, sirvió para que La Escombrera echara a andar… para convencer a otros de que la escritura es un camino largo, que se hace a golpe de vida, aprendiendo gracias a otros.

Lástima que no nos dimos cuenta de que el corazón, ese tan grande que debía esconderse en su pecho, era una máquina frágil; y que la despedida podía llegar tan vacía de palabras y de sentido.

Un abrazo enorme, maestro, y mi gratitud eterna por tus enseñanzas y por tus consejos, que no olvidaré nunca.

1 comentario:

Teresa dijo...

Nos hizo abrir nuestro corazón de par en par para sacar "todo" lo que teniamos dentro (fuera bueno o malo) y transformarlo en literatura.

Gracias Felix por enseñarnos la pasión por escribir, por quitarnos el miedo al papel en blanco y por darnos a conocer tantas historias de vida.

Descansa en paz.
Teresa