martes, 22 de mayo de 2007

I.

Hasta que el dolor encuentre un nombre
hasta que la savia del árbol amarillo
corra por mi sangre y la diluya
como un aroma de azahar y de deseo.

1 comentario:

ALBERTO dijo...

Bonito poema, Pilar.

Los tres primeros versos me llegan como un latigazo, el último, suave respecto a los anteriores.

Viene bien un beso en la herida abierta.

Abrazotes.