jueves, 28 de julio de 2011

Feliz verano a la medida


Si aún queda alguien que siga pendiente de las actualizaciones de este blog, debe estar más que extrañado de tan prolongado silencio. ¡Desde mayo sin dejar unas líneas!

Así pues, lo primero es pedir disculpas por la desatención… Lo segundo, confiar en que el descanso vacacional veraniego sirva para recuperar las fuerzas y las palabras.

En mi última entrada, anunciaba la presentación de un nuevo libro, La Escombrera, en el que aparecen doce poemas míos…

Todo parece indicar que la presentación en sí, la preparación de la misma, la emoción de ver los ejemplares impresos, las miradas expectantes, los aplausos y la felicidad compartida me dejaron sin resuello.

Pero alumbrar una pequeña colección de poemas y quedar exhausto es, sin duda, desmesurado.

Convengamos en que al mes de junio llegamos con el cansancio acumulado de un otoño y un invierno que se recuerdan vagamente. Debieron ser tiempos de ciertas derrotas. La primavera trajo pólenes y hojas nuevas, pero demandó más energía de la que teníamos a mano… El solsticio de verano encontró un resto de todos nosotros. El aliento de cumplir esas metas anotadas en la agenda y no poder con nada más.

Por eso, estas líneas vienen a pedir un verano reparador para todos, a la medida y al gusto de cada uno.

Os deseo un tiempo de mirar al cielo cuando caiga el sol. Un tiempo para leer ese libro pendiente. Un tiempo para caminar descalzos y sentir la piel. Un tiempo para el reencuentro con quien somos.

Hasta la vuelta.